Sólo cenizas de un paraíso perdido yacen hoy sepultadas entre tus ojos de mujer. Sólo el infranqueable túmulo del recuerdo se entremezcla entre mi ansia y mi satisfacción. Es, sin embargo, suficiente para que la ceniza me cubra y mute en el depredador de mi ser.
Me persigo por las noches entre laberintos y me fusilo a disparos de tabaco y alcohol. Aún así (negando mi voluntad) la caza continúa. Como quien se desvanece despaciosamente con el atardecer y resplandece con los amaneceres.
Una réplica se ofrece, tan extraña e indecisa como la original. Sólo una réplica y sin embargo, todo vuelve a fallar. Un ayer cíclico que me obliga a enfrentarte hasta desgarrarme en bastas.
Desangran las horas mil relojes. Las noches no me cubren de piedad.¿Quién es aquello que surge en ellas?
Hoy nada perdura, tan sólo la mañana que nunca ancla en mi pecho y el recuerdo de tu figura incandescente.
Y quisiera saber porqué deseo destrozar tu sonrisa.
Y quisiera saber porqué crucifico mi alegría.
Las heridas que no cierran ya no sangran, se han podrido y cubierto de gangrena. Como el alma de un hombre cuyo corazón no se enfría porque sí.
Soy el depredador de mi ser y estoy devorándome.
Hay una palabra que no logro entender.
19 de marzo de 2007
miércoles, 4 de julio de 2007
sábado, 17 de marzo de 2007
Palabra
Palabra
Palabra
Sé las estrellas que no puedo contar
Sé los tiempos que no he de ver
Sé el Dios a quien no puedo orar
Palabra
Sé las caricias negadas
Sé el secreto no revelado
Sé la razón de continuar
Palabra
Sé las noches sin congojas
Sé una mañana distinta
Sé el amanecer que nunca llega
Palabra
Nunca llegues a ser “util”
Nunca sirvas
Nunca seas solo por ser
Palabra
Solo soy por ser tu.
16 de marzo de 2007
Palabra
Sé las estrellas que no puedo contar
Sé los tiempos que no he de ver
Sé el Dios a quien no puedo orar
Palabra
Sé las caricias negadas
Sé el secreto no revelado
Sé la razón de continuar
Palabra
Sé las noches sin congojas
Sé una mañana distinta
Sé el amanecer que nunca llega
Palabra
Nunca llegues a ser “util”
Nunca sirvas
Nunca seas solo por ser
Palabra
Solo soy por ser tu.
16 de marzo de 2007
Life Deprived
Life Deprived
Sorrow
Brought You Again
From the mist of past
Rememberance
Is the robe
I´ll wear tonight
Time
Can´t drawn
What flows in it´s stream
Dreams
A pale substitution
For your life deprived
Sorrow
Possesed me again
In the shades of night
Rememberance
Invaded me
Holding me at your sight
Time
Keeps flowing
Leaving you behind
Dreams
A pale substitution
For your life deprived
Sorrow
Brought You Again
From the mist of past
Rememberance
Is the robe
I´ll wear tonight
Time
Can´t drawn
What flows in it´s stream
Dreams
A pale substitution
For your life deprived
Sorrow
Possesed me again
In the shades of night
Rememberance
Invaded me
Holding me at your sight
Time
Keeps flowing
Leaving you behind
Dreams
A pale substitution
For your life deprived
Gotas del destino
Gotas del destino
Quizá una mañana que no sea de terciopelo, cuando te hayas ido, pueda hablarte. Quizá esa misma mañana, que será de granito o diamante, las gotas de lluvia pueblen mi ventana y quizá, solo si realmente te has ido, pueda decirte que las gotas de lluvia se parecen a tus ojos y ellos al destino.
Esa misma mañana, de café o de tabaco, pero no de terciopelo, cuando al fin te hayas ido, quizá pueda explicarte el significado de mi silencio y la furia de mi mirada. Quizá, pero tan solo si realmente te has ido.
Y cuando hayas partido sin dejar siquiera tu perfume, ni tu recuerdo, es entonces cuando entrarás en mi memoria y derramaré una lágrima en tu honor. Solo si realmente te has ido y solo si te he olvidado. Ni un segundo antes me verás llorar.
Tal vez entonces tenga tiempo para un millar de decisiones y de gestos cariñosos, de besos trascendentes y cotidianos. De abrazos aquietados, poblados de suspiros. Pero serán besos, abrazos y suspiros a la nada pues tú te habrás ido. Quiero creer que en brazos de otro, quien será capaz de hablarte en las mañanas que sí serán de terciopelo.
Cuando ya sea anciano y mis cabellos blancos, cuando las mañanas huelan a hiel y ya no reconozca cuanto tiempo ha transcurrido desde tu partida, quizá recuerde que nunca estuviste aquí. Cuando mi cuarto apeste a suspiros y a soledad, quizá regreses. Una vez allí tendrás el gesto amable que jamás tuve contigo. Esa misma horrenda mañana, antes de regresar a mis sueños me recordarás que jamás estuviste y que nunca partiste. Me recordarás también que las mañanas de terciopelo y granito son todas iguales y que tú eras solo el recuerdo de un tiempo en que no existían las mañanas ni el destino.
31 de julio del 2005
Quizá una mañana que no sea de terciopelo, cuando te hayas ido, pueda hablarte. Quizá esa misma mañana, que será de granito o diamante, las gotas de lluvia pueblen mi ventana y quizá, solo si realmente te has ido, pueda decirte que las gotas de lluvia se parecen a tus ojos y ellos al destino.
Esa misma mañana, de café o de tabaco, pero no de terciopelo, cuando al fin te hayas ido, quizá pueda explicarte el significado de mi silencio y la furia de mi mirada. Quizá, pero tan solo si realmente te has ido.
Y cuando hayas partido sin dejar siquiera tu perfume, ni tu recuerdo, es entonces cuando entrarás en mi memoria y derramaré una lágrima en tu honor. Solo si realmente te has ido y solo si te he olvidado. Ni un segundo antes me verás llorar.
Tal vez entonces tenga tiempo para un millar de decisiones y de gestos cariñosos, de besos trascendentes y cotidianos. De abrazos aquietados, poblados de suspiros. Pero serán besos, abrazos y suspiros a la nada pues tú te habrás ido. Quiero creer que en brazos de otro, quien será capaz de hablarte en las mañanas que sí serán de terciopelo.
Cuando ya sea anciano y mis cabellos blancos, cuando las mañanas huelan a hiel y ya no reconozca cuanto tiempo ha transcurrido desde tu partida, quizá recuerde que nunca estuviste aquí. Cuando mi cuarto apeste a suspiros y a soledad, quizá regreses. Una vez allí tendrás el gesto amable que jamás tuve contigo. Esa misma horrenda mañana, antes de regresar a mis sueños me recordarás que jamás estuviste y que nunca partiste. Me recordarás también que las mañanas de terciopelo y granito son todas iguales y que tú eras solo el recuerdo de un tiempo en que no existían las mañanas ni el destino.
31 de julio del 2005
Dioses muertos
Dioses muertos
Los Hombres son dioses muertos
De un templo ya derrumbao.
Atahualpa Yupanqui
Aquel cadáver de dios alzó su vista al firmamento y lo hallo vacío. Lo contempló, tan solo para encontrarlo despoblado, tan desnudo como su cuerpo, tan inexplicable como su alma. Aquel desierto paraje, ejercía sobre él una fascinación inexplicable. Lejos se hallaba de reconocerlo como su antigua morada.
Desplazó su vista a las construcciones que opacaban el horizonte, mas no pudo hallar en ellas el eco de su divino pasado. Aquella criatura, despojo de deidad, llamada hombre, tuvo frío y soledad ante aquel universo del que antes fue gestor y ahora es progenie. Sintiose vacío y olvidado, como el eco del recuerdo de un tiempo que aún no ha llegado. Sintiose indigno y sin voluntad; y ya no elevó la vista hacia los cielos.
Aquel hombre recorrió la tierra observándola, ocupando su tiempo en un intento de no sondear su interior, por temor a encontrar su pasado, sabiendo que su presente lo avergonzaría. No pudo ver los altares a él mismo erigidos, cuando surcaba la tierra y los cielos como su dueño omnipotente. No intentó explicar la razón de su caída. Demasiado pesar le generaba el recuerdo.
Buscó acallar la voz de lo pretérito que latía en su interior, confundiéndola con quienes ahora eran sus pares. Aquellos dioses muertos caían sin orgullo y sondeaban ahora lo profundo de su humanidad.
Los tiempos pasaron y aquel hombre ya no mira los cielos, al igual que su descendencia. Aquellas criaturas se refugian en la cópula y en los espejos, como quien encuentra en ellos un vestigio de la génesis cósmica.
Su voz ya no es la misma. En esta se ha extinguido, la creación y su belleza, ha vuelto a reducirse a gruñidos. Solo los instrumentos, el último don que posee como deidad, lo transporta hacia aquel pasado, que no logra rememorar, solo intuir y poseer como sentimiento. Solo ellos poseen fragmentos de aquella potestad divina, hoy ya perdida.
Los hombres son dioses muertos que no desean recuperar su divinidad. Los hombres son dioses muertos y ya no añoran su altar. Los hombres son dioses muertos, y los dioses no regresarán.
07 de Julio de 2006
Los Hombres son dioses muertos
De un templo ya derrumbao.
Atahualpa Yupanqui
Aquel cadáver de dios alzó su vista al firmamento y lo hallo vacío. Lo contempló, tan solo para encontrarlo despoblado, tan desnudo como su cuerpo, tan inexplicable como su alma. Aquel desierto paraje, ejercía sobre él una fascinación inexplicable. Lejos se hallaba de reconocerlo como su antigua morada.
Desplazó su vista a las construcciones que opacaban el horizonte, mas no pudo hallar en ellas el eco de su divino pasado. Aquella criatura, despojo de deidad, llamada hombre, tuvo frío y soledad ante aquel universo del que antes fue gestor y ahora es progenie. Sintiose vacío y olvidado, como el eco del recuerdo de un tiempo que aún no ha llegado. Sintiose indigno y sin voluntad; y ya no elevó la vista hacia los cielos.
Aquel hombre recorrió la tierra observándola, ocupando su tiempo en un intento de no sondear su interior, por temor a encontrar su pasado, sabiendo que su presente lo avergonzaría. No pudo ver los altares a él mismo erigidos, cuando surcaba la tierra y los cielos como su dueño omnipotente. No intentó explicar la razón de su caída. Demasiado pesar le generaba el recuerdo.
Buscó acallar la voz de lo pretérito que latía en su interior, confundiéndola con quienes ahora eran sus pares. Aquellos dioses muertos caían sin orgullo y sondeaban ahora lo profundo de su humanidad.
Los tiempos pasaron y aquel hombre ya no mira los cielos, al igual que su descendencia. Aquellas criaturas se refugian en la cópula y en los espejos, como quien encuentra en ellos un vestigio de la génesis cósmica.
Su voz ya no es la misma. En esta se ha extinguido, la creación y su belleza, ha vuelto a reducirse a gruñidos. Solo los instrumentos, el último don que posee como deidad, lo transporta hacia aquel pasado, que no logra rememorar, solo intuir y poseer como sentimiento. Solo ellos poseen fragmentos de aquella potestad divina, hoy ya perdida.
Los hombres son dioses muertos que no desean recuperar su divinidad. Los hombres son dioses muertos y ya no añoran su altar. Los hombres son dioses muertos, y los dioses no regresarán.
07 de Julio de 2006
Bella Durmiente
Bella Durmiente
Perdida princesa de lo profundo, eres la más hermosa de las metáforas, destruida por mi propia ineficacia. Perdóname por haber fallado tan miserablemente en rescatarte, bella durmiente. Arrastrado por mis vanos errores, asesiné mi ilusión más profunda. Sueños de dragones que se alzan, jamás serán espantados por mi espada.
¿Cómo rescatarte, princesa? Progenie de mis propias ansias, vacía de realidad. Las anchas murallas de la opulenta construcción que te rodea, han sido erigidas de la materia de mis miedos. Pues somos creados de la esencia de nuestros temores y son ellos los que guían nuestro existir. Son ellos las paredes que te recubren y aíslan de mí. Son estos temores los que recubren mi alma y me invisten cual armadura. Son ellos los que me impiden ser digno de llamarme caballero.
Perdóname nuevamente, hermosa durmiente, princesa lejana. Escondida en los laberintos de mi mente, ruegas en medio de tus ensoñaciones, por la presencia del héroe que recobre tu existir. ¿Cómo liberarte, si jamás pude escapar a las razones que me atan al aquí, al ahora?
Cataratas de justificativos pueblan mi indómito espíritu, tormentas de ideas me incitan a moverme. Sin embargo mi cuerpo se ancla a esta silla y con el acaecer del día, solo sueño, solo pienso, más no sobrepaso mis expectativas.
Jamás venceré al dragón. Jamás derribaré los muros. Jamás derrotaré la esencia de la maldad que te consume en tu profundo lecho, construido de sueños y esperanzas, tan adormiladas como tú misma. Pues los años pasan y tan solo soy un hombre que duerme, que en ocasiones sueña y que en otras escribe sobre aquello que desearía ser.
7 de Junio del 2005
Perdida princesa de lo profundo, eres la más hermosa de las metáforas, destruida por mi propia ineficacia. Perdóname por haber fallado tan miserablemente en rescatarte, bella durmiente. Arrastrado por mis vanos errores, asesiné mi ilusión más profunda. Sueños de dragones que se alzan, jamás serán espantados por mi espada.
¿Cómo rescatarte, princesa? Progenie de mis propias ansias, vacía de realidad. Las anchas murallas de la opulenta construcción que te rodea, han sido erigidas de la materia de mis miedos. Pues somos creados de la esencia de nuestros temores y son ellos los que guían nuestro existir. Son ellos las paredes que te recubren y aíslan de mí. Son estos temores los que recubren mi alma y me invisten cual armadura. Son ellos los que me impiden ser digno de llamarme caballero.
Perdóname nuevamente, hermosa durmiente, princesa lejana. Escondida en los laberintos de mi mente, ruegas en medio de tus ensoñaciones, por la presencia del héroe que recobre tu existir. ¿Cómo liberarte, si jamás pude escapar a las razones que me atan al aquí, al ahora?
Cataratas de justificativos pueblan mi indómito espíritu, tormentas de ideas me incitan a moverme. Sin embargo mi cuerpo se ancla a esta silla y con el acaecer del día, solo sueño, solo pienso, más no sobrepaso mis expectativas.
Jamás venceré al dragón. Jamás derribaré los muros. Jamás derrotaré la esencia de la maldad que te consume en tu profundo lecho, construido de sueños y esperanzas, tan adormiladas como tú misma. Pues los años pasan y tan solo soy un hombre que duerme, que en ocasiones sueña y que en otras escribe sobre aquello que desearía ser.
7 de Junio del 2005
lunes, 19 de febrero de 2007
Carnaval de Animas
Carnaval de ánimas.
We are the hollow men
We are the hollow men
We are the stuffed menLeaning together
Headpiece filled with straw. Alas
The Hollow men-T.S Elliot
Mi ser es uno más en este carnaval de ánimas. Solo uno más que danza y se retuerce en este ritual carente de sentido. Los brillantes colores parecen una burla ante este devenir opaco. Las muecas deforman los rostros.
La ronda sigue su curso, concluye para volver a empezar. La noche deviene en día, la vida en muerte. Los cadáveres se apilan a nuestro lado, pero ya no podemos verlos. La ronda debe seguir, sin preguntar porqué. Crucificar mis deseos en pos de este círculo perenne no anula mi voluntad de anularme.
¿Qué es una vida que nada deja detrás?. Cuando me hunda en lo eterno, que no es siquiera polvo o sombras, otro será llamado a ocupar mi lugar. A continuar la ronda, a unirse al carnaval de almas. Lo hará con un gesto descarnado en el rostro, con una sonrisa inerte y con la sensación de estar cumpliendo su deber. Y finalmente otro lo derrocará para ocupar su lugar
Así los días se agolpan en este trillado carnaval. No he levantado un monumento eterno, pues ¿alguien conoce la extensión de una eternidad?. Mis palabras son solo cuadros en las paredes de esta edificación. Quizá los hombres se detengan a contemplarlos, pero la ronda seguirá y ni siquiera me es dado poder escapar. Trasciendo las reglas del juego con una mueca velada, revelándome. Más aún la ronda sigue y yo soy parte de ella.
Nada ha visto el principio y nadie verá el final. La ronda es eterna y en ella todos ocupamos nuestro lugar. No intentes romperla, de nada valdrá. Solo ella se cree tan eterna como el tiempo. Pero ni siquiera ella lo sobrevivirá.
Mi ser se halla atrapado en este carnaval de ánimas. La ronda continúa y no puedo escapar.
29 de Noviembre de 2006
The Hollow men-T.S Elliot
Mi ser es uno más en este carnaval de ánimas. Solo uno más que danza y se retuerce en este ritual carente de sentido. Los brillantes colores parecen una burla ante este devenir opaco. Las muecas deforman los rostros.
La ronda sigue su curso, concluye para volver a empezar. La noche deviene en día, la vida en muerte. Los cadáveres se apilan a nuestro lado, pero ya no podemos verlos. La ronda debe seguir, sin preguntar porqué. Crucificar mis deseos en pos de este círculo perenne no anula mi voluntad de anularme.
¿Qué es una vida que nada deja detrás?. Cuando me hunda en lo eterno, que no es siquiera polvo o sombras, otro será llamado a ocupar mi lugar. A continuar la ronda, a unirse al carnaval de almas. Lo hará con un gesto descarnado en el rostro, con una sonrisa inerte y con la sensación de estar cumpliendo su deber. Y finalmente otro lo derrocará para ocupar su lugar
Así los días se agolpan en este trillado carnaval. No he levantado un monumento eterno, pues ¿alguien conoce la extensión de una eternidad?. Mis palabras son solo cuadros en las paredes de esta edificación. Quizá los hombres se detengan a contemplarlos, pero la ronda seguirá y ni siquiera me es dado poder escapar. Trasciendo las reglas del juego con una mueca velada, revelándome. Más aún la ronda sigue y yo soy parte de ella.
Nada ha visto el principio y nadie verá el final. La ronda es eterna y en ella todos ocupamos nuestro lugar. No intentes romperla, de nada valdrá. Solo ella se cree tan eterna como el tiempo. Pero ni siquiera ella lo sobrevivirá.
Mi ser se halla atrapado en este carnaval de ánimas. La ronda continúa y no puedo escapar.
Soy
Soy
Yo soy el otro rostro de Dios. Soy su sombra, sus pesadillas
Yo soy el siseo de la serpiente. Soy la piedra impactando la nuca de Abel.
Soy la quijada de burro en los brazos de Sansón, cubierta de la sangre de los enemigos de Israel. Soy la velocidad del proyectil de David. Soy el que remueve la vida de Goliat. Soy y fui el filo del cuchillo que cercena la garganta de Juan el bautista.
(Soy violencia)
Soy el imperio Hebreo que se agiganta. Soy Europa conquistando territorios. Soy mis hombres asesinando otros hombres. Soy la conversión de Constantino, la desgracia de los paganos. Soy la punta de la ojiva que desciende sobre Bagdad.
(Soy violencia, soy conquista.)
Soy la negación de quien no me acepta. Soy la hoguera para quien lo decida en mi nombre. Soy la negación de Galileo. Soy Ricardo Corazón de León inundando sus pies en sangre. Mi otro rostro es Saladino y su misericordia.
(Soy violencia, soy conquista, soy inicuo.)
Soy lo que te impulsa a conformarte Lo que te conduce a la violencia. Soy la apatía disfrazada en rebelión. Soy lo que niegas en el día y gimes en la noche. Soy tus sueños de depravación oculta. Soy tu perversión desencadenada. Vivo en los hombres que me niegan.
(Soy violencia, soy conquista, soy inicuo, soy perverso)
Soy el otro rostro de Abraaxas. Tengo muchos nombres. Llámame simplemente Jehová.
14 de Diciembre del 2006
Yo soy el otro rostro de Dios. Soy su sombra, sus pesadillas
Yo soy el siseo de la serpiente. Soy la piedra impactando la nuca de Abel.
Soy la quijada de burro en los brazos de Sansón, cubierta de la sangre de los enemigos de Israel. Soy la velocidad del proyectil de David. Soy el que remueve la vida de Goliat. Soy y fui el filo del cuchillo que cercena la garganta de Juan el bautista.
(Soy violencia)
Soy el imperio Hebreo que se agiganta. Soy Europa conquistando territorios. Soy mis hombres asesinando otros hombres. Soy la conversión de Constantino, la desgracia de los paganos. Soy la punta de la ojiva que desciende sobre Bagdad.
(Soy violencia, soy conquista.)
Soy la negación de quien no me acepta. Soy la hoguera para quien lo decida en mi nombre. Soy la negación de Galileo. Soy Ricardo Corazón de León inundando sus pies en sangre. Mi otro rostro es Saladino y su misericordia.
(Soy violencia, soy conquista, soy inicuo.)
Soy lo que te impulsa a conformarte Lo que te conduce a la violencia. Soy la apatía disfrazada en rebelión. Soy lo que niegas en el día y gimes en la noche. Soy tus sueños de depravación oculta. Soy tu perversión desencadenada. Vivo en los hombres que me niegan.
(Soy violencia, soy conquista, soy inicuo, soy perverso)
Soy el otro rostro de Abraaxas. Tengo muchos nombres. Llámame simplemente Jehová.
14 de Diciembre del 2006
miércoles, 31 de enero de 2007
Inextricable
Va algo mas nuevo, a ver que opinan.
Inextricable
En ocasiones, tan fugaces como intrascendentes, se me figura que puedo traspasar las barreras del recuerdo y recuperar el tiempo anterior a este confinamiento infinito. En tales ocasiones creo atisbar un espacio fuera de este hogar y sus incontables habitaciones. Presumo, a su vez, poder recordar lo que es la luz del sol, ya largo tiempo perdida desde que los árboles del patio han superado la altura de los paredones, negándole su entrada a los rayos del astro. A pesar de su ausencia la casa se halla iluminada, sin que yo pueda explicarme el origen de tal luminosidad. Durante un tiempo, el cual supera mi posibilidad de cálculo, he intentado buscar la forma de deshacerme de los ramajes que imposibilitan dirigir mi vista hacia el firmamento. Pero en cada ocasión que intento traspasar los límites que separan el interior de la mansión del patio, olvido mi objetivo y finalmente termino deambulando en alguna habitación o en la cocina.
Como he dicho anteriormente, son solo ocasiones en las que pienso en una vida fuera de estas paredes. No se está mal aquí adentro. Quizá carezca de diversiones, pero no de emociones. Esta casa es un misterio que mi espíritu indagador se niega a abandonar sin antes haber agotado sus pasillos y habitaciones, aunque de antemano pareciera ser ésta una tarea imposible de concluir. Califico a esta actividad de inconcluible debido a que cada día este hogar pareciera ser diferente. Al desfallecer agotado en una habitación (pues no duermo por las noches, ya que nunca sé cuando es amanecer u ocaso, sino cuando agoto mis energías por completo) despierto para hallarla completamente modificada, los objetos en ella son distintos y las puertas desembocan en habitaciones que jamás había visto. Vanos son los intentos de desandar los pasos dados el día anterior y regresar a las habitaciones anteriormente visitadas.
Solo dos cosas jamás cambian: las escaleras, que conducen a pisos que nunca concluyen, así como a infinitos sótanos y el hecho de que me hallo solo, sin posibilidades de salir de aquí. He intentado alcanzar el techo de la mansión o el último subsuelo. Ambos intentos han sido inútiles. Las escaleras no concluyen jamás, ni siquiera cuando en un verdadero ataque de desesperación las asciendo a toda velocidad, y al no poder ver su fin comienzo una desenfrenada carrera a través de las habitaciones. En ese momento dejo de sentirme solo y presiento que alguien me persigue. Jamás volteo, pues el temor a no hallarme solo me produce mayor temor que el de saberme por siempre sin compañía. Finalmente concluyo esta huida arrojándome en alguna habitación. Al despertar, ignoro la razón de porqué estoy allí, siento que soy otro y que la persecución jamás ha ocurrido.
La casa pareciera adecuarse a mi estado de ánimo. Mientras más desciendo, más apesadumbrados se torna. Junto con él las paredes se ennegrecen en mayor medida que antes y la escasa luz llega por breves instantes a desaparecer. Cuando asciendo, en cambio, mi espíritu parece aliviarse e inclusive creo atisbar breves fragmentos de iluminación. Cuando mi serenidad es extrema, llego incluso a verme a mí mismo corriendo por los pasillos como espantado. Comienzo a perseguirme en un intento de entablar comunicación conmigo mismo, pero el intento es vano. Sé que el yo que huye puede verme, pero se niega voltear su rostro. Si lo hiciera, notaría que no se halla solo y si nos juntáramos quizá pudiéramos hallar la forma de escapar de aquí. Inclusive podríamos hallar más de nosotros deambulando por este enorme hogar. Pero cuando finalmente mi otro yo termina alejándose de mi vista, comienzo a olvidar que nos encontramos y que no estoy solo en este laberíntico lugar.
Finalmente lo hice. Descendí por los subsuelos más allá de mis temores hasta que la luz se ocultó por completo. En plena oscuridad hice reposar mi cuerpo contra el suelo y comencé a soñar aquel mismo lugar en que me encuentro. Cada habitación, cada pasillo y cada escalera que recuerdo, toman cuerpo en mi mente conformando una mansión tan compleja e inexpugnable como la que habito en mi diario transcurrir, pero que sin embargo es diferente. En ella me he retratado a mí mismo, perdido y recorriéndola.
En un confuso momento, aquel ensueño se tornó visible en uno de los rincones de la habitación en que me hallaba. Allí donde mi cuerpo reposaba, podía contemplar la mansión, sus habitaciones y a mí mismo, aún controlado por mi. En un acto de piedad, quise otorgarle la libertad a aquel vástago de mis ensoñaciones. Conduje sus pasos hacia la puerta de salida, pero en el instante en que decidí que debía traspasarla y escapar de aquella casa (y por lo tanto de mi control) me di cuenta que no deseaba perder la visión que había logrado engendrar con mis pensamientos. Al permitirle traspasar la puerta, cambié la disposición de aquel hogar y la puerta de salida no fue más la salida sino la entrada a una nueva habitación. En ese preciso momento, le entregué la libertad de acción a aquel yo, creado por mí.
Desde el momento en que lo liberé, él no hace más que buscar la salida y yo ocultársela. Para cumplir mi cometido, debo modificar la estructura de aquella casa mientras él se halla durmiendo agotado. He olvidado lo que se siente al recorrer un hogar que se transforma a cada paso, y no me detengo a pensar que él debe estar sufriendo lo mismo que yo he sufrido.
Hay momentos en los que caigo dormido y sueño con aquel hogar que he creado y con el hombre que he engendrado. Al despertar descubro que mi víctima se ha hallado a él mismo y lo persigue para que lo acompañe, que mis sueños han invadido mis creaciones y siento que he perdido el control. En instantes como ése busco olvidar al hombre que he soñado, aterrado frente a lo que ambos podrían hacer si llegaran a encontrarse.
He olvidado progresivamente dónde me encuentro, y mi soledad. Ahora soy creador y carcelero, ya no puede importarme nada más. Un solo pensamiento ocupa mis temores, y es que este engendro de mis cavilaciones pueda hallar una habitación y procrear fantasías propias mientras me encuentro durmiendo. Es por este motivo que trato de disuadirlo de descender hacia los sótanos, ya que allí es donde yo logré concebirlo a él y a su mundo (que de alguna forma es también mi mundo ahora). Busco atemorizarlo y le genero oscuros sentimientos al descender a los subsuelos, pero sé que será inútil.
Mi temor a que se convierta en amo de su propio mundo es que me olvidará. Sé que ignora mi existencia pero de alguna manera la intuye, lo sé. Si él cesa de percibirme, de imaginarme, desapareceré o quizás encuentre la salida de este lugar. Cualquiera sea la respuesta, no deseo averiguarla. En este oscuro lugar, en lo profundo de sus intrincados recovecos, sumido en lo hondo de mi creación, pero sin control sobre ella, me hallo a gusto, sin llegar a ser por ello feliz. Nada hará cambiar mi voluntad.
Sábado 11 de marzo de 2006
Comienzo
Hola a todo.Mi nombre es Sihuen Yema y en el 2006 tuve la suerte de publicar un libro de cuentos y prosa lírica llamado " Afuera es noche" en la ciudad de Neuquen.
Cree este espacio parapoder publicar aquellas cosas que escribí luego de la publicación del libro o aquellas que fueron escritas antes, pero no estan incluidas en el mismo. Espero que a alguien le guste.
Gracias y aca les va un ejemplo
Visión personal de la eternidad.
En el principio fue un barrio, y en el barrio una esquina. Bajo la luz de gas, una figura reposa su cuerpo contra la pared. Fuma en silencio mientras otea el horizonte. Su traje negro se confunde con las sombras de la noche. Bajo el discreto sombrero asoman sus enrulados cabellos oscuros. Tantea sus renegridos vellos, sobre su labio superior y bajo su barbilla. Piensa que ya es hora de que su rival se presente. En el barrio todos lo apodan "El Malo", a pesar de que nadie jamás lo ha visto. Exiguo es el tiempo transcurrido desde su nacimiento y ya ha alcanzado la misma reputación que su padre, reputación fundada a base de gallardía y habilidad con el cuchillo.
Desde el final del callejón, perdido en la bruma, se aproxima aquel a quien apodan "El Bueno". Su impoluto traje blanco desprende un fulgor que ilumina la callecita. Sus lisos cabellos blancos reposan con mesura sobre sus hombros, entremezclándose con su poblada barba encanecida. Al arribar a la esquina observa el enjuto cuerpo de su vástago y piensa que no hay otra salida. Alguien debe disciplinar a aquel insolente. El tiempo de usar el puño ha pasado, ahora corresponde el cuchillo.
La pelea comienza, esa noche como tantas otras, mirándose ambos con recelo, desprecio y deseo. Ha sido así durante un tiempo tan largo, que ambos ignoran su comienzo y ninguno conoce su final.
En otras épocas los pobladores de la zona se arrimaban con el ocaso, a observar a aquel ser vestido de negro reposado contra la esquina, esperando al otro que viste de blanco. Durante incontables noches los vieron combatir, sin sacarse un mínimo de diferencia, sin desperdigar un mínimo de sangre. Al principio todos vitoreaban al anciano que llamaban "El Bueno". Con el paso del tiempo se aburrieron y comenzaron a profesar su gusto por "El malo".
Las noches han pasado y los hombres se han cansado. Desertaron de la esquina y dejaron a aquellos inmortales combatiendo por siempre. El barrio y sus hombres comenzaron a desdibujarse y desaparecer, hasta que el universo pareció reducirse tan solo a aquella esquina olvidada. Como si aquellos guerreros se hubiesen olvidado del mundo y no a la inversa.
Los cabellos de "El Malo" se emblanquecieron y sus rulos se alisaron. Su rostro se tornó barbado con vellos color gris y su cuerpo se ensanchó hasta parecerse al de su padre. Sus oscuras ropas se destiñeron hasta quedar completamente blancas. Hoy, si alguien los viera, no podría distinguirlos. Ni siquiera ellos mismos recuerdan quienes son y porque combaten. Cada uno ve su propio ser en el otro. Los hombres los han olvidado, pero ellos son reales y en aquella esquina, cuchillo en mano, combaten eternamente.
Lunes 03 de Octubre del 2005
Cree este espacio parapoder publicar aquellas cosas que escribí luego de la publicación del libro o aquellas que fueron escritas antes, pero no estan incluidas en el mismo. Espero que a alguien le guste.
Gracias y aca les va un ejemplo
Visión personal de la eternidad.
En el principio fue un barrio, y en el barrio una esquina. Bajo la luz de gas, una figura reposa su cuerpo contra la pared. Fuma en silencio mientras otea el horizonte. Su traje negro se confunde con las sombras de la noche. Bajo el discreto sombrero asoman sus enrulados cabellos oscuros. Tantea sus renegridos vellos, sobre su labio superior y bajo su barbilla. Piensa que ya es hora de que su rival se presente. En el barrio todos lo apodan "El Malo", a pesar de que nadie jamás lo ha visto. Exiguo es el tiempo transcurrido desde su nacimiento y ya ha alcanzado la misma reputación que su padre, reputación fundada a base de gallardía y habilidad con el cuchillo.
Desde el final del callejón, perdido en la bruma, se aproxima aquel a quien apodan "El Bueno". Su impoluto traje blanco desprende un fulgor que ilumina la callecita. Sus lisos cabellos blancos reposan con mesura sobre sus hombros, entremezclándose con su poblada barba encanecida. Al arribar a la esquina observa el enjuto cuerpo de su vástago y piensa que no hay otra salida. Alguien debe disciplinar a aquel insolente. El tiempo de usar el puño ha pasado, ahora corresponde el cuchillo.
La pelea comienza, esa noche como tantas otras, mirándose ambos con recelo, desprecio y deseo. Ha sido así durante un tiempo tan largo, que ambos ignoran su comienzo y ninguno conoce su final.
En otras épocas los pobladores de la zona se arrimaban con el ocaso, a observar a aquel ser vestido de negro reposado contra la esquina, esperando al otro que viste de blanco. Durante incontables noches los vieron combatir, sin sacarse un mínimo de diferencia, sin desperdigar un mínimo de sangre. Al principio todos vitoreaban al anciano que llamaban "El Bueno". Con el paso del tiempo se aburrieron y comenzaron a profesar su gusto por "El malo".
Las noches han pasado y los hombres se han cansado. Desertaron de la esquina y dejaron a aquellos inmortales combatiendo por siempre. El barrio y sus hombres comenzaron a desdibujarse y desaparecer, hasta que el universo pareció reducirse tan solo a aquella esquina olvidada. Como si aquellos guerreros se hubiesen olvidado del mundo y no a la inversa.
Los cabellos de "El Malo" se emblanquecieron y sus rulos se alisaron. Su rostro se tornó barbado con vellos color gris y su cuerpo se ensanchó hasta parecerse al de su padre. Sus oscuras ropas se destiñeron hasta quedar completamente blancas. Hoy, si alguien los viera, no podría distinguirlos. Ni siquiera ellos mismos recuerdan quienes son y porque combaten. Cada uno ve su propio ser en el otro. Los hombres los han olvidado, pero ellos son reales y en aquella esquina, cuchillo en mano, combaten eternamente.
Lunes 03 de Octubre del 2005
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