Bella Durmiente
Perdida princesa de lo profundo, eres la más hermosa de las metáforas, destruida por mi propia ineficacia. Perdóname por haber fallado tan miserablemente en rescatarte, bella durmiente. Arrastrado por mis vanos errores, asesiné mi ilusión más profunda. Sueños de dragones que se alzan, jamás serán espantados por mi espada.
¿Cómo rescatarte, princesa? Progenie de mis propias ansias, vacía de realidad. Las anchas murallas de la opulenta construcción que te rodea, han sido erigidas de la materia de mis miedos. Pues somos creados de la esencia de nuestros temores y son ellos los que guían nuestro existir. Son ellos las paredes que te recubren y aíslan de mí. Son estos temores los que recubren mi alma y me invisten cual armadura. Son ellos los que me impiden ser digno de llamarme caballero.
Perdóname nuevamente, hermosa durmiente, princesa lejana. Escondida en los laberintos de mi mente, ruegas en medio de tus ensoñaciones, por la presencia del héroe que recobre tu existir. ¿Cómo liberarte, si jamás pude escapar a las razones que me atan al aquí, al ahora?
Cataratas de justificativos pueblan mi indómito espíritu, tormentas de ideas me incitan a moverme. Sin embargo mi cuerpo se ancla a esta silla y con el acaecer del día, solo sueño, solo pienso, más no sobrepaso mis expectativas.
Jamás venceré al dragón. Jamás derribaré los muros. Jamás derrotaré la esencia de la maldad que te consume en tu profundo lecho, construido de sueños y esperanzas, tan adormiladas como tú misma. Pues los años pasan y tan solo soy un hombre que duerme, que en ocasiones sueña y que en otras escribe sobre aquello que desearía ser.
7 de Junio del 2005
sábado, 17 de marzo de 2007
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