sábado, 17 de marzo de 2007

Gotas del destino

Gotas del destino


Quizá una mañana que no sea de terciopelo, cuando te hayas ido, pueda hablarte. Quizá esa misma mañana, que será de granito o diamante, las gotas de lluvia pueblen mi ventana y quizá, solo si realmente te has ido, pueda decirte que las gotas de lluvia se parecen a tus ojos y ellos al destino.
Esa misma mañana, de café o de tabaco, pero no de terciopelo, cuando al fin te hayas ido, quizá pueda explicarte el significado de mi silencio y la furia de mi mirada. Quizá, pero tan solo si realmente te has ido.
Y cuando hayas partido sin dejar siquiera tu perfume, ni tu recuerdo, es entonces cuando entrarás en mi memoria y derramaré una lágrima en tu honor. Solo si realmente te has ido y solo si te he olvidado. Ni un segundo antes me verás llorar.
Tal vez entonces tenga tiempo para un millar de decisiones y de gestos cariñosos, de besos trascendentes y cotidianos. De abrazos aquietados, poblados de suspiros. Pero serán besos, abrazos y suspiros a la nada pues tú te habrás ido. Quiero creer que en brazos de otro, quien será capaz de hablarte en las mañanas que sí serán de terciopelo.
Cuando ya sea anciano y mis cabellos blancos, cuando las mañanas huelan a hiel y ya no reconozca cuanto tiempo ha transcurrido desde tu partida, quizá recuerde que nunca estuviste aquí. Cuando mi cuarto apeste a suspiros y a soledad, quizá regreses. Una vez allí tendrás el gesto amable que jamás tuve contigo. Esa misma horrenda mañana, antes de regresar a mis sueños me recordarás que jamás estuviste y que nunca partiste. Me recordarás también que las mañanas de terciopelo y granito son todas iguales y que tú eras solo el recuerdo de un tiempo en que no existían las mañanas ni el destino.
31 de julio del 2005

1 comentario:

Edith dijo...

Que malancólico Sihuén! transmite tristeza...